jueves, 29 de diciembre de 2011

¡Ni un día más sin mostrar mi sonrisa al mundo!

Taaan, taaan, taaan... así, una tras otra suenan la campanadas. Taaan, taaan, taaan. Mientras, miles de personas las siguen por televisión, ilusionadas por la llegada de un nuevo año, pensando en la forma de cumplir esos propósitos cada año se proponen y jamás acaban de realizarse completamente, con varias uvas en la boca por falta de tiempo, preguntándose si de verdad van a cambiar las cosas...
Toda regla tiene su excepción, y como casi siempre, la excepción soy yo. Salgo a la calle. Nadie se anima a recorrer esta oscura noche sin luna. Voy al pequeño parque cercano al lugar al que suelo llamar hogar y me siento en un pequeño bordillo que separa el cemento de la arena. - ¡Feliz 2012! - Me digo a mi misma. Es Nochevieja y estoy sola, sin nadie que me diga que bien me queda el vestido que llevo ni que me susurre lo mucho que quiere pasar este nuevo año a mi lado. La oscuridad la rompe los primero fuegos artificiales. A lo lejos se oye el ruido de los petardos y, y... ¡Ya basta! No voy a pasar este año llorando por las esquinas. ¡Voy a salir a la calle y voy a demostrar quien soy yo! No voy a pasar un solo día más sin mostrar al mundo mi sonrisa, voy a bailar bajo la lluvia, voy a correr en manga corta en pleno Enero, voy a tirar confeti por las calles de mi barrio ¡Voy a ser feliz!


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