sábado, 24 de diciembre de 2011

¡Eh! ¡Mírame! ¡Soy feliz!

¿Te acuerdas de esos tiempos en los que mi felicidad dependía de ti? ¿Cuando de solo pensar en ti sonreía sin darme cuenta? ¿Cuando al verte me entraba una risita floja? ¿Eh? ¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas de cuando me dejaste tirada? ¿Cuándo me tropecé en un camino de piedras y tu seguiste caminando como si no existiera? ¿Cuando aprendiste a ignorarme? ¿Cuando te llevaste mi felicidad contigo? ¿Te acuerdas de eso o se te ha olvidado?

¡Pues mírame! ¡Soy feliz! Y tu no formas parte de mi felicidad. No he pasado página, ¡He cambiado de cuaderno! Y tú no estas en él. Ya no apareces como protagonista en los créditos finales de mi película, no eres más que un extra que aparece escrito en letra pequeña. Cuando te fuiste de mi vida tan fugaz como una estrella por esa chica de pintalabios, minifalda y tacones, me destrozaste la vida, pensé que jamás volvería a sonreír, que nunca volvería a ser la misma, que la comida no iba a saber igual, que me iba a ahogar en el mar de lágrimas creado por mis ojos, que no parecían ver más que la oscuridad del túnel, sin ver la pequeña luz que se encontraba al final de él. Pero un día me di cuenta que caminar hacia esa oscuridad no iba a llevar a ningún sitio, así que decidí caminar hacia la luz, tarde mucho en llegar hasta ella, pero cuando llegue, todo cambió, tú desapareciste de mi cabeza y mi felicidad volvió de tu bolsillo a mi corazón, encendido de nuevo, sin miedo y con muchos sueños por cumplir.



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